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Países sudamericanos, la esperanza comercial de México

  • Saturniska
  • 22 ago 2018
  • 5 Min. de lectura

Con más de 80% de las exportaciones de México dirigidas a Estados Unidos (EU) y Canadá, es natural que las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) monopolicen la atención del equipo de transición conformado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, a partir del 1 de diciembre, la nueva administración también deberá voltear la mirada hacia el sur del continente. México tiene por delante negociaciones que exigirán definiciones en el corto plazo, como las que ha manteniendo el gobierno de Enrique Peña Nieto con Brasil y Argentina, las dos mayores economías de Sudamérica. A eso se suman los retos que esperan al nuevo gobierno si pretende reimpulsar el comercio entre el bloque que incluye a México, Chile, Colombia y Perú, que conforman la Alianza del Pacífico. En medio de la ola de proteccionismo global, los márgenes para incrementar el comercio con Sudamérica son elevados. En el primer semestre del año, las exportaciones hacia los países sudamericanos ascendieron a 8,034 millones de dólares (mdd), apenas 3.6% de las ventas externas totales de México. Las importaciones, en tanto, sumaron 5,712 mdd, 2.5% del total. Las mayores expectativas para quebrar el estancamiento comercial con Sudamérica están puestas en la relación con Brasil. El intercambio con el gigante sudamericano viene cayendo desde 2012. Ese año, por presión de la entonces presidenta Dilma Rousseff, se reimpusieron cuotas a las importaciones de autos entre ambos países. Eso, sumado a la dura recesión por la que atravesó Brasil en 2015 y 2016, provocó que las exportaciones mexicanas bajaran 35% entre 2012 y el año pasado. El Dato. 35% de las exportaciones de México hacia Brasil bajó entre 2012 y 2017 El Acuerdo 53 Esa tendencia podría empezar a cambiar si los gobiernos entrantes en México y Brasil —habrá elecciones presidenciales el 7 de octubre en el país sudamericano— terminan de rubricar los avances alcanzados en las reuniones bilaterales para ampliar el Acuerdo de Complementación Económica (ACE) 53. Ese acuerdo incluye la apertura en el comercio de productos agrícolas e industriales, pero sin la eliminación de aranceles en el total de los intercambios bilaterales, como ocurre con un tratado de libre comercio. La actualización que vienen negociando ambos países prevé aumentar el número de bienes y servicios con preferencias arancelarias, de los actuales 792 a más de 3.000. “Las negociaciones podrían derivar en que el ingreso de granos desde Brasil, que ya empezó a verificarse, sea compensada por una mayor apertura de ese país a las exportaciones mexicanas del sector automotriz”, dice Beatriz Leycegui. Gardoqui, exsubsecretaria de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía. La meta mexicana de diversificar sus importaciones, que provienen en mayor medida de EU, es complementaria con la necesidad de Brasil de encontrar nuevos destinos para su creciente producción de granos. Algunas de esas expectativas empiezan a concretarse. Por ejemplo las importaciones de maíz amarillo procedente de Brasil ascendieron el año pasado a 98.4 mdd, cifra récord. También hay buenas perspectivas para la carne de pollo y de cerdo. De concretarse una ampliación del ACE 53, el impacto no será menor. “Según nuestras simulaciones, las exportaciones totales de Brasil aumentarían 0.3%, y las de México, 0.28%”, dice Lucas Ferraz, coordinador de la escuela de Economía de la Fundación Getulio Vargas, en Sao Paulo. Si se tienen en cuenta las estadísticas del año pasado, las ventas externas de México podrían crecer de acuerdo a esas proyecciones a unos 1,150 mdd. Esas expectativas, no obstante, están supeditadas al resultado de las discusiones por el TLCAN. “Si las negociaciones con EU fueran satisfactorias, difícilmente México abriría el mercado agrícola para Brasil, porque eso sería complicado por cuestiones políticas”, admite Ferraz. Con Argentina el panorama es similar. En 2017, el comercio con México sumó 2,326 mdd, un nivel que se mantiene desde 2014, por debajo de los registros alcanzados entre 2010 y 2013. Al igual que Brasil, Argentina también impuso cuotas y aranceles por encima de ese límite a la entrada de autos desde México a partir de 2012. “El comercio entre ambos países es claramente menos importante de lo que podría ser”, dice Marcelo Elizondo, titular de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales en Buenos Aires, y añade; “La principal razón es que México tiene acuerdos comerciales con 70% del PIB mundial, y Argentina, apenas con 9%, una asimetría que representa un obstáculo para incrementar el intercambio entre ambos países”. Sin embargo, ese panorama también está empezando a mostrar algunas señales de cambio. Por ejemplo, las importaciones de cereales, al igual que lo que sucede con Brasil, toman fuerza: el año pasado se produjo, por ejemplo, la primera compra mexicana de trigo común argentino. Además, el contexto político varió. El Dato. 2,326 mdd sumó el comercio entre México y Argentina en 2017 “A diferencia de lo que sucedía con el anterior gobierno anterior, Argentina tiene , una mayor vocación de acuerdos internacionales”, dice Elizondo. Asimismo menciona que “si a eso se suma que la política de López Obrador será de mayor atención hacia América Latina, el escenario abre oportunidades para incrementar el intercambio comercial”. Esas expectativas deberán corroborarse cuando el próximo gobierno retome las negociaciones para ampliar el ACE 6, el convenio entre los dos países que actualmente cubre solo 35% del universo total de bienes, según la Cancillería argentina. Alianza estancada La Alianza del Pacífico, el mecanismo de integración regional de México con Chile, Perú y Colombia, también espera nuevos vientos tras el cambio de gobierno. En la última cumbre realizada en julio pasado en Puerto Vallarta, se planteó el ambicioso objetivo de duplicar las actuales exportaciones intra alianza en 2030. “Eso implica quitar los lomos de toro que hoy están presentes, y ahí podría estar la principal tarea en relación con la alianza que le corresponderá al gobierno de López Obrador”, dice José Luis Parra, director ejecutivo del Observatorio Estratégico de la Alianza del Pacífico (OEAP), Universidad Católica, en Santiago de Chile. Parra dice que “si bien la mirada hacia el sur del próximo gobierno dependerá de qué tan aperturista o proteccionista sea el acuerdo al que se llegue en las negociaciones por el TLCAN, México sabe que el proteccionismo impulsado por Donald Trump es una señal para que comience a diversificar sus mercados”. Desde la conformación de la Alianza del Pacífico en 2012, el comercio de México con sus socios cayó 20%. En el primer semestre de este año, el intercambio sumó 5,728 mdd, apenas 1.3% del comercio total del país. “La parte complementaria de nuestras economías en la Alianza del Pacífico no es tan natural como la que existe con América del Norte”, dice Leycegui Gardoqui. Añade que “los productos que los países de la Alianza venden son productos que México produce, sobre todo en la parte agrícola”. No obstante, hay oportunidades que comienzan a asomar. En la última cumbre de la Alianza del Pacífico, a la que asistieron los presidentes de Brasil, Argentina y Uruguay, se planteó un acuerdo con el Mercosur. De hecho, los dos principales bloques de la región acordaron una hoja de ruta con temas concretos, fechas y grupos de trabajo. “Sería un acuerdo mucho más ambicioso, ahora que hay gobiernos nuevos en Argentina y Brasil puede ser una coyuntura interesante para lograr una integración más importante”, dice Leycegui Gardoqui. En todo caso, esa unión es un objetivo de largo plazo. Antes, el Mercosur deberá concluir su demorado acuerdo comercial con la Unión Europea y la Alianza del Pacífico, tiene pendientes las negociaciones con sus estados asociados (Singapur, Australia, Nueva Zelanda y Canadá). En todo caso, el próximo sexenio de López Obrador tiene por delante un escenario propicio, tanto político como económico, para avanzar con pasos concretos hacia la integración con Sudamérica. “México deberá empezar a mirar mercados a los que en el pasado les dio la espalda por su alta dependencia en materia de comercio con el TLCAN, y en América Latina tiene una gran oportunidad”, dice Parra. Añade que “Es la región menos integrada del mundo si se tiene en cuenta que apenas 16% de sus exportaciones totales son intrarregionales: el próximo gobierno de México tendrá, entonces, una alternativa sobre la mesa para colocar sus productos en un mercado regional con alto potencial.

Fuente: Milenio.com

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