Uruguay y su posible tratado de libre comercio con China
- Veronica Aldonatti

- 20 jul 2022
- 3 Min. de lectura
Según información de la prensa las negociaciones entre China y Uruguay han causado malestar en el gobierno argentino. Hasta se dice que el gobierno uruguayo hizo trampa a sus vecinos del Mercosur. El miércoles 13 de julio el gobierno uruguayo anunció el comienzo de las negociaciones con China con el fin de alcanzar un tratado de libre comercio. El anuncio ha sido realizado a pocos días de la reunión de los presidentes del Mercosur (21 de julio) en la que el Uruguay asumirá la presidencia “pro tempore”. El presidente de Brasil ya ha anunciado que no concurrirá a la reunión. Todo lo cual indica la grave situación por la que está atravesando el Mercosur, ahora y desde hace muchos años.
El gobierno argentino deslizó fuertes críticas hacia la actitud del Uruguay pero ninguna acerca de la anunciada ausencia del presidente Bolsonaro al encuentro de Jefes de Estado del Mercosur.
El Mercosur ha paralizado la negociación de acuerdos comerciales con países no latinoamericanos, por lo menos desde hace tres años y principalmente por la oposición del gobierno argentino, defensor del proteccionismo comercial. Solamente tiene en vigencia acuerdos con Egipto, Israel, la India y la Unión Aduanera de África del Sur (SACU), además de los realizados con países miembros de la ALADI. Congeladas las negociaciones con otros países o grupo de países cuyo caso más significativo es con la Unión Europea. Por su parte, China ya tiene en América Latina acuerdos comerciales con Chile, Costa Rica y Perú. La realización de este tipo de acuerdos es una política de estado en el Uruguay y la han llevado a cabo gobiernos de distintos partidos que han regido en el país.
Es totalmente cierto que un país miembro del Mercosur (en este caso, Uruguay) no debe realizar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur, sin la participación de los demás estados miembros. La Decisión CMC No. 32/2000 no lo permite y, desde el punto de vista jurídico, Uruguay de firmar un acuerdo de libre comercio con China o con cualquier otro país en forma bilateral, estará violando la norma obligatoria del Mercosur. De esto no hay ninguna duda.
Pero tampoco hay duda de que no sería el único país en violar las normas. Por ejemplo, hay países miembros del Mercosur que aplican licencias previas no automáticas a las importaciones desde los demás países miembros o derechos de exportación (que llaman “retenciones”) a las exportaciones de los demás socios desde hace más de dos décadas, todo lo cual también merece la reprobación por su impune violación al Tratado de Asunción y a los fallos del Tribunal Arbitral del Mercosur. Sobre este tema, al parecer, nadie dice nada.
En los momentos en que se acordó la Decisión CMC No. 32/2000 parecía una norma absolutamente razonable puesto que los países miembros estaban tratando de conformar una unión aduanera. Recordamos que la unión aduanera se decidió emprenderla a mediados de 1994 con plazo de conformación a fines de 2000, que luego fue prorrogado hasta 2008 y actualmente, aunque nadie lo recuerde, no existe en vigencia una norma que establezca fecha para la concreción de la unión aduanera. La última que estuvo vigente al respecto fue la Decisión CMC No. 10/2010 que disponía que la unión aduanera debería estar en vigencia “a más tardar” el 1º de enero de 2019.
Lo que es evidente es que el Mercosur necesita una revisión a fondo desde hace ya mucho tiempo. Un replanteamiento de sus objetivos basados en la realidad actual de sus Estados Miembros y del mundo, que no es la misma de comienzos de los años noventa del siglo pasado. De lo contrario, seguirá por el camino actual. El de estar muriendo poco a poco sin terminar de morir nunca. En una angustiosa agonía.
Y eso es lo peor: es mejor terminar de una buena vez si no se está dispuesto a emprender las reformas imprescindibles, que convertirse en una intrascendencia. Es decir, que continuemos fingiendo que existe cuando no es así. En este sentido los políticos y gobernantes de nuestros países deberían leer con atención la novela “El Astillero” de Juan Carlos Onetti. Sobre este tema, sinceramente, les recomiendo su lectura.
Carlos Canta Yoy





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